Hace poco se usaban los Jefes,
pero hoy dicen que son Presidentes.
Muchos sustos les dan a las gentes
y siempre andan con tejes manejes.
Y es que agarran a un cualesquiera
y le dicen: "Andale, tú mandas";
y se ponen tamañas parrandas,
y se cargan la gran borrachera.
Luego luego se fajan la pistola
y se aplastan detrás de una mesa,
y muy serios menean la cabeza
y todo el día se están dando bola.
Y clavados, clavados de codos,
se disgustan con un por nada,
y nos tratan con muy malos modos
y hasta multan por una orinada.
Y aunque miren que gritan las gentes,
ni tantito por eso se aplacan.
Lo que quieren es ver cuánto sacan
y cansarse de ser Presidentes.
Si no, ahí tienen a Cármel el Güero,
que jamás se pensó ser alcaide,
y ahora dicen que no le habla a naide*
y hasta trai unas botas de cuero.
Y trepado sobre una sardina**
que parece barata de huesos,
va al mesón con multas y presos
está haciendo al voltiar la esquina.
Está bien y cualquiera procura
que las cosas ya cambien un poco;
pero que no ajuarién cualquier loco
y lo planten en la Jefatura.
Era bueno juntarnos en junta
y ayudando, aunque sea de a poquito,
remitirle al Gobierno un escrito
para hacerle una simple pregunta.
Preguntarle si no cree prudente
que el abuso ya tenga relevo
y un bune Jefe nos ponga de nuevo
en lugar del mentao Presidente.
* Ya muy bien sé que no se dice naide; pero le puse así porque si no, no casaba con alcaide, y entonces habían de decir que no sé hacer poesía. Les hago esta advertencia porque ya parece que miro a los lenguas largas de mi tierra muertos de gusto, sobándose las manos y diciendo "¿Quiúbole?", con harta risa.
** Caballo flaco y mal comido.
MARGARITO LEDESMA
(Humorista Involuntario)
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