viernes, 25 de marzo de 2011

Los medios, crimen organizado

Comentar crudo la barbaridad cometida ayer por el crimen organizado reunido en el Museo Nacional de Antropología, es un poco temerario porque me puedo quedar corto en mis apreciaciones sobre el alcance de la Iniciativa (privada) México.  La autocensura, mordaza y complicidades, como dice el lugar común, inconfesables, se disfrazaron con el eufemismo del Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia.  Habría que pedirle e las fuerzas vivas que hieden, el concepto que tienen de violencia. ¿No es violencia la censura? ¿La pobreza? ¿No es violencia decir medias verdades o el engaño informativo? Pulularán por doquier los sofistas  de la información
Para empezar, este disfraz, tiene una pésima redacción –y lo hicieron informadores y líderes de opinión ¡ja!-  pues también puede leerse como que es precisamente la violencia la que realiza la cobertura informativa.
Desde luego que hay sospechas fundadas de que el gobierno alentó este verdadero engendro, pues por todas partes difunde su teoría de que los males del país no son tales –perdón por la rima- sino son sólo un problema de percepción. Entonces pues, hay que modificar lo que realmente sucede escondiendo las cabezas, la sangre, las complicidades, la corrupción, etc, etc, bajo la alfombra o el petate, para que el respetable público no se asuste. ¡Así se combate el crimen, escondiéndolo!  Las congratulaciones del presidente sobre el acuerdo eran de esperarse. No importa lo que suceda, lo que importa es que no lo vean.
Ese notable intelectual orgánico, como se les dice, Aguilar (Con)Camín resume bastante bien el asunto cuando afirma que “En México hay más gente atemorizada que gente insegura” O sea mi buen, que al pueblo hay que quitarle el temor, no brindarle seguridad. ¡Chido! A modificar la Constitución de volada mis nunca bien ponderados siervos de la nación, o para decirlo en forma vulgar, diputados y senadores, con sus respectivos femeninos para no discriminar.
Nos parece que esta especie de decálogo fue dictado al alimón por Goebbels y Big Brother. Los medios de comunicación han pasado a ser abiertamente, de manipulación –y como dicen los abogados, a confesión de parte, relevo de pruebas- a excepción de unos cuantos que conservaron su ética profesional, y no nos dejarán ver la realidad tal cual. ¿Qué dirá de esto Eduardo Galeano, que antes de este bodrio afirmaba que estábamos informados de todo, pero no nos enterábamos de nada?
Tal vez no especulemos tanto si afirmamos que ya tienen listo un índex inquisitorial y hasta la leña verde. ¿Seguirán los libros?
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Los dueños del dinero, del país, pues, ya sabemos de qué calaña son. Pero ¿qué pasará con reporteros, comunicadores de  deveras, con ética, con verdadero amor por su profesión u oficio? Las fuentes de trabajo que les permitirán ejercer sus capacidades serán muy pocas. Con este panorama, ¿habrá quien vaya con pleno conocimiento de causa a estudiar comunicación o periodismo?
Recordamos al hoy progresista paladín de la democracia, Zabludovsky, en 1968. Todos los días en su programa nocturno 24 horas, a tirarle duro a los estudiantes y el movimiento. Tiempos aquellos de doctrinas exóticas y conjuras comunistas.
Ahora, se les acabó el enemigo externo. Y como el actual abrevó de los mismos pantanos, pues como que ya no resulta la estrategia.
La guerra de Vietnam la perdieron los gringos por culpa de la televisión. Y se la creyeron. Bush, puso las barbas a remojar y con argumentos más o menos similares a los rupestres de aquí, trató de evitar la derrota en Afganistán e Irak. ¿Y aquí por qué no le van a copiar? Confirmamos una vez más, día a día, que no hay rumbo. Y que por paradójico que pueda ser, el horizonte es el abismo.
Decía la abuela que a las cosas había que llamarlas por su nombre. Pero resulta que ahora habrá que inventar los nombres. Fábrica de eufemismos. Violencitas –el diminutivo neutraliza- decapitaditos. Suponemos que ahora las armas largas van a ser cortas, que el alto calibre va a ser 22, sino es que un simple diávolo o munición o de plano, de salva. Cómo les van a ordenar que llamen ahora a las víctimas inocentes. Pasarán de bajas tangenciales,  a espectros en tránsito o pisó el acelerador hasta el cielo.
La inefable recomendación de Fox de no leer el periódico, ahora se queda corta. Una estupidez desplazada por una perversión. Vamos bien, nos dirán. Al fin y al cabo, es la cumbia de la percepción.

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